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martes, 3 de septiembre de 2013

Cuento sobre el bisentenario de Antioquia

El vestido
Un hombre con aire noble, campesino llamado Eliodoro esperaba a su amada bajo un árbol, pues cada tarde los dos se encontraban en este mismo lugar, ella una joven de cabellos rubios como el  oro, ojos azules y boca tan roja como la sangre, su nombre era Margarita, Eliodoro sabía que esta era la última cita,  no la volvería a tener en sus brazos, dado que en la noche debía enlistarse a la campaña libertadora; antes de  ir  a su cita, bajo  al pueblo para comprarle un vertido, y con este pagarle de algún modo los mil besos recibidos.
 Cuando margarita llego, Eliodoro le entrego el vestido, y se dispuso a  contarle los motivos por los cuales debía irse, Margarita al escucharlo rompió en llanto sin mediar más palabras salió sin rumbo, sin despedirse de él.
En horas de la noche Eliodoro salió con un grupo de reclutas, Pasaron los  días y los meses desde su partida, Eliodoro no olvidaba  a su chica;  todas las noches pensaba en margarita,  mientras que muy lejos de allí, de igual modo margarita pensaba  que Eliodoro la había olvidado a causa del tiempo, pues hace tres años no tenia noticas de él, nunca le llego una carta, una noticia que le diera a pensar que su amor seguía vivo por ella, nada absolutamente nada que le diera a creer que Eliodoro aun la amaba.
 El tiempo pasó y Margarita aunque nunca se olvido de Eliodoro había decidido  comenzar una nueva vida, al pueblo había llegado un joven, llamado Rodolfo Montenegro, quién quedo encantado con la joven cuando la vio, Rodolfo cortejo a margarita hasta que está acepto sus propuestas.
La operación libertad de Antioquia había dado resultados, todos los soldados habían sido devueltos a sus sitios de origen, entre esos soldados estaba Eliodoro, al llegar al pueblo. Esté vio  la a Margarita que llevaba puesto el vestido que le había regalado la tarde de su partida a margarita, efectivamente era ella pero estaba acompañada  por su nuevo amor.
 En ese instante por la mente acalorada de Eliodoro pasaron muchas cosas, al verla frente a él y con el taje, había vuelto a renacer un pasado que fue felicidad.
Que iluso fue al creer que ya la había olvidado, que eran cosas  de ayer; Y volvió a sentir sus besos quemándole los labios y el calor de sus caricias quemándole la piel.  Y por eso el llanto floreció en sus ojos, hoy había vuelto a haberla,  pero ya no era para él.
 La mujer que una vez fue suya, otra boca la besaba con ardor, Eliodoro estaba confundido no sabía qué hacer, después de ver esta imagen tan dolorosa decidió voltear su rostro, cegado por la culpa, buscó otro beso como  la respuesta a su dolor.
Eliodoro días después de pensarlo mucho venció su orgullo de hombre salió en  busca de Margarita, cuando llego a casa de esta, para decirle que jamás la había olvidado, está al verlo no tuvo palabras quedo impactada; Eliodoro le conto todo lo que había sido de su vida en esos años de ausencia, trato de explicarle porque nunca le escribió, al volver después de un largo tiempo de haber deseado este momento  deseaba ser el motivo que llenara todo su pensamiento, para ver si con el tiempo margarita no bahía olvidado la promesa, de amarlo siempre  aunque su ausencia había entristecido su corazón. 
Le conto que nunca la olvido, qué cada día ella  estaba en su mente no podía dejar de pensarla, le conto que había luchado como un varón y vio realizada la ambición, pero que está siempre escondió un desengaño que añoraba el lugar donde había dejado su corazón, Margarita en este momento sintió cosas que no había sentido desde la partida de Eliodoro, y que con su actual prometido tampoco había sentido.
Los dos se entregaron en un beso apasionado, en ente momento llego su prometido Rodolfo, que al ver este espectáculo saco su arma y disparo  hiriendo a Eliodoro, Rodolfo se dio a la fuga, Margarita corrió en busca de ayuda finalmente Rodolfo fue capturado.
Por fortuna el disparo no afecto ningún órgano vital  Eliodoro no la volvería a perder en este instante pidió la mano de su la chica con labios de clavel y risa de cristal.



By: Brayan Legarda Villegas